miércoles, 8 de junio de 2011

Microhuertas alteñas producen verduras y frutas a 4 mil metros

Pese a la altitud y las bajas temperaturas, en la urbe alteña se producen verduras y frutas gracias a la construcción de viveros, en el marco del proyecto Microhuertas, ejecutado en El Alto desde 2003 y que permitió la edificación y funcionamiento de 1.500 invernaderos, cuyo objetivo es luchar contra el hambre y garantizar la seguridad alimentaria de familias de escasos recursos.

Debido al éxito del proyecto, una segunda fase será aplicada a partir de agosto de este año con el apoyo de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por su sigla en inglés), que invertirá más de dos millones de dólares en la construcción de otras 3.000 microhuertas destinadas a familias pobres de zonas alteñas.

El responsable del proyecto, Lucio Machicado Pérez, explicó que en una reunión sostenida con la FAO en marzo se definió iniciar la segunda fase, en vista de los resultados obtenidos con las primeras microhuertas instaladas y el impacto que tienen en las familias beneficiadas.

“Como municipio estamos muy complacidos con el proyecto, con los resultados, y lo mismo sucede con la FAO, que está muy interesada en promover el proyecto en El Alto, brindando inversión para instalar otras 3.000 microhuertas para igual número de familias”, señaló el técnico.

En los viveros se cultiva tomate, paprika, variedad de locoto, ajíes, lechuga, repollo, espinaca, carote, toronjil, canela, orégano; frutas como frutilla, uva, higo; incluso algunas familias llegaron a producir durazno en zonas caracterizadas por ser más frías, como Alto Lima y Huayna Potosí.

Machicado explicó que, en promedio, cada familia aprovecha el 75 por ciento de la producción de los viveros, y el restante 25 por ciento lo comercializa y se constituye en un ingreso.

“Por eso buscamos a gente con escasos recursos, porque son los más vulnerables a la desnutrición, además que la característica de las familias de occidente es que su dieta se basa en el consumo de granos y tubérculos. Con estas microhuertas garantizamos que en su dieta van a incluir el consumo de hortalizas y verduras, que son una fuente muy importante de nutrientes”, manifestó.

De acuerdo con la explicación de Machicado, la segunda fase del plan está calculada para aplicarse en cinco años, con una inversión de 2,5 millones de dólares por parte de la FAO. La contraparte del municipio alteño es de más de 600 mil dólares y, por último, los vecinos aportan con adobes, tierra, piedras y básicamente con mano de obra.

CONSTRUCCIONES

Al momento de elegir a los beneficiarios de las carpas, los técnicos del municipio y de la FAO consideran la situación económica de las familias y privilegian a las más pobres.

Los preseleccionados deben garantizar que el terreno donde se construirá el vivero es propio, también tienen que garantizar una fuente de agua para regar las plantas.

Una vez que se tenga a los elegidos, los técnicos del proyecto procederán a la construcción de estas infraestructuras, explicó Waldo Condori, otro de los técnicos.

“El costo de cada vivero es de 2 mil bolivianos, y esta inversión se puede recuperar en seis meses a un año, en función del aprovechamiento del espacio, utilizando no sólo el suelo, sino también macetas, donde se colocan plantas aromáticas o condimentos, ubicadas en estantes o colgantes”, afirmó Condori.

Cada carpa o vivero tendrá una dimensión de ocho metros de largo por 3 metros de alto. El proyecto pone puertas, ventanas, callapos y agrofilm (el plástico que sirve de techo de la microhuerta), semillas, tierra negra, abono y otros implementos para la siembra de las plantas.

La familia pone como contraparte piedra, tierra, adobes (cerca a mil unidades), clavos y mano de obra.


PARA TOMAR EN CUENTA

Calor: La temperatura ideal de los viveros es de 18 a 25 grados centígrados, para producir verduras y frutas típicas del valle. Empero, hay registros de temperaturas mayores a los 40 grados.

Pasantías: Estudiantes de Viacha, La Paz, Oruro, Cochabamba y otras ciudades llegan a El Alto para hacer sus prácticas profesionales en los microhuertos.

Ampliación: Gracias al éxito de Microhuertas, municipios de Potosí y Oruro reprodujeron la experiencia, también con excelentes resultados.

Ayuda: Los técnicos que trabajan en el proyecto también se ocupan de capacitar a los beneficiarios acerca de la siembra, mantenimiento, cosecha y comercialización de las verduras.

Orgánicos: La producción de verduras, hortalizas y frutas en las microhuertas es orgánica, incluso en la elaboración de elementos para eliminar las plagas.


La marca Verdurita ya se posicionó en el mercado y el paladar paceño y alteño

El proyecto Microhuertas llegó incluso a ocuparse del área de comercialización de la producción de los viveros, para lo que creó la marca Verdurita, que ya se posicionó en el mercado alteño y paceño, especialmente en supermercados.

“Con la FAO hemos trabajado en todos los aspectos, incluso hicimos imprimir bolsas con la marca Verdurita, y estamos complacidos porque la gente busca nuestros productos en supermercados, mercados y ferias de La Paz y El Alto, porque saben que son productos sanos, orgánicos y totalmente garantizados”, señaló Machicado.

En El Alto, las mujeres que producen hortalizas en las microhuertas las comercializan los jueves y viernes en la Alcaldía central, ubicada en la calle 10 de la zona 12 de Octubre, sobre la avenida 6 de Marzo, y en la feria de Villa Dolores, especialmente el sábado por la mañana.

“Queremos expandirnos, dar a las familias beneficiarias todas las facilidades para que aprovechen las microhuertas, e incluso las conviertan en su medio de vida, ya que hoy en día la producción de alimentos está afectada por la utilización de químicos, que a la larga afectan a la salud de las personas; por ello queremos fortalecer esta alternativa”, indicó el técnico.

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