lunes, 2 de abril de 2012

Agricultura urbana, una opción para las mujeres de El Alto

Dentro del ambiente acogedor y cálido de la carpa solar de doña Eugenia Casilda Flores se siente un aroma a romero, toronjil y quirquiña. Un poco más allá, unas frutillas se asoman desde una maceta. Flores forma parte de 100 familias que se dedican a la producción urbana de hortalizas, verduras y crianza de pequeños animales.

El viento, característico de los 4.000 metros de altura de El Alto, contrasta con la temperatura dentro de la carpa de esta productora, que al igual que otras madres de familia se dedica a cultivar en zonas urbanas y periurbanas de esta grande y joven ciudad del país.

Cuatro organizaciones establecidas en tres distritos (7, 8 y 10) del barrio San Roque están produciendo alrededor de 15 variedades de hortalizas, verduras y plantas aromáticas.

La idea de realizar agricultura urbana surgió en El Alto en 2004, a partir de la demanda de presidentes de los distritos 7 y 8 para hacer una gestión de proyectos sobre invernaderos y crianza de animales.

Posteriormente, el gobierno municipal de El Alto, la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) y la embajada de Bélgica implementaron el proyecto de micro-huertas familiares para El Alto.

Seguridad alimentaria

Hoy este proyecto ya es una realidad. El Centro de Formación y Capacitación para la Educación Ciudadana (Focapaci) trabaja en agricultura urbana capacitando a las familias en el manejo orgánico de las huertas y la crianza de animales en procura de alcanzar una seguridad alimentaria y al mismo tiempo generar recursos económicos adicionales para sus familias.

Uno de los pasos más importantes fue el establecimiento de las carpas solares en los patios de las viviendas. 34 de ellas fueron financiadas por el Fondo de Microproyectos de la embajada de Alemania.

La construcción y compra de semillas está a cargo de los productores.

“Después de un tiempo nos dimos cuenta que nos favorecemos al consumir los alimentos que nosotros mismos producimos. Ahora sabemos cultivarlos de forma orgánica; usamos agua de riego y humus”, cuenta doña Eugenia, oriunda de Millipaya, en Sorata.

Un 90% de los productores de esta iniciativa son mujeres y madres de familia y el 10% está a cargo de hombres.

Del campo a la ciudad

Las familias que participan de la agricultura urbana son en su mayoría migrantes que se asentaron en zonas periféricas del municipio de El Alto hace más de cinco años. Su principal ingreso económico, según datos proporcionados por Focapasi, se obtiene a través de trabajos temporales como choferes, comerciantes y albañiles.

Casi todas estas personas aún poseen terrenos en sus pueblos de origen, adonde se trasladan en épocas de siembra y cosecha. Todo ingreso extra es siempre bienvenido.

“Son familias numerosas, en promedio de cinco personas cada una. Sin embargo, existen algunas que tienen hasta ocho componentes, seis hijos y los padres. Los padres son jóvenes de 20 a 38 años de edad, más de la mitad de ellos sólo cursaron la primaria. Estos datos son una constante en la periferia de El Alto”, explica el responsable de Agricultura Urbana y Seguridad Alimentaria de Focapasi, Wilfredo Blanco.

Con la producción urbana se pretende proporcionar una actividad a las mujeres dentro su propia vivienda , para que así pueda pasar más tiempo con sus hijos.

“Yo tengo mi huerta hace cinco años, en la que producía para nuestro consumo. Ahora tengo otra más donde producimos para vender. Con el tiempo mis hijos se han acostumbrado a comer lo que cultivamos, les ayuda en su rendimiento escolar y además tengo más tiempo para quedarme en mi casa y cuidarlos”, cuenta la productora Delfina Mamani.

Búsqueda de mercados

Los agricultores urbanos de El Alto enfrentan actualmente el desafío de abrir mercados con el reto de consolidar la venta de sus productos. Actualmente venden en ferias distritales y en algunos mercados alteños.

Según Mamani, el sabor de sus verduras supera al de los productos de Río Abajo o Achocalla. Sus caseras ya saben que sus lechugas y hortalizas saben mejor, según cuenta.

De acuerdo con las productoras, la mayor parte de sus cultivos son destinados al consumo familiar y, por el momento, sólo los excedentes son comercializados en los mercados.

El papel de la mujer

Según los técnicos de Focapasi, este trabajo ayuda a que el hombre perciba a la mujer como la principal actora de la agricultura urbana y principal gestora de la seguridad alimentaria familiar.

“Ahora nos relacionamos más entre nosotras, somos socias y queremos crecer como empresarias, ya sea gracias a nuestras verduras, carne o huevos de nuestros animales”, dice Flores.

Datos de la producción
Agricultores Existen dos tipos de productores: los primeros son nuevos y tienen una pequeña carpa solar, de la que un 80% de la producción está destinada al consumo familiar.


Más carpas Otros grupos ya fueron establecidos con recursos propios y algunos fondos rotatorios que se generan en las asociaciones. Ellos tienen dos o tres carpas solares y destinan un 30% de la producción para el autoconsumo y el restante 70% es comercializado en ferias locales.


Cooperación Como parte de la cooperación de la embajada de Alemania, hasta el momento el proyecto de Agricultura Urbana -respaldado por el Centro de Formación y Capacitación para la Educación Ciudadana (Focapaci)- logró captar alrededor de 110 mil bolivianos para tres proyectos que tienen que ver con la producción de hortalizas en carpa solar y la crianza de animales.


Capacitación Por su parte, los productores y Focapasi son la contraparte del proyecto. Focapaci se encarga de la asistencia técnica y la ayuda en la redacción y gestión de proyectos con las diferentes organizaciones de productores.


Asociaciones Las entidades involucradas en el proyecto son la Asociación de Productoras de Animales Menores y Hortalizas, Buena Vida y los Productores en Agricultura Urbana Alteña.




“Nos dimos cuenta de que nos favorecemos al comer los alimentos que nosotros mismos producimos; ahora sabemos cultivarlos de forma orgánica”.
Eugenia Casilda Flores, agricultora urbana.

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