jueves, 11 de abril de 2013

Yanacachi cambia producción agrícola por la coca y el oro

El monocultivo de coca y la extracción de oro en Los Yungas de La Paz empujó a los pobladores del municipio de Yanacachi a dejar de producir sus propios alimentos y abastecerse en el mercado urbano de Villa Fátima, afirma un estudio del investigador Miguel Urioste, publicado recientemente por la fundación Tierra.

En su estudio "La dependencia campesina del mercado urbano de alimentos: Yanacachi, monocultivo de coca y extracción de oro", el economista e investigador muestra la problemática en torno a la coca y la actividad minera aurífera en la zona yungueña, su relación con la seguridad y soberanía alimentaria, además de sus impactos socioambientales.

Con una visión propositiva, destaca los potenciales turísticos, y productivos como alternativas de desarrollo sostenible con seguridad alimentaria.

"La tendencia que hemos encontrado en el estudio es que el monocultivo de la especialización está generando tremenda inseguridad alimentaria por la dificultad y disponibilidad de alimentos que ya no pueden producir, porque se olvidaron de producir, porque ya no es rentable producirlos y por lo tanto necesitan dinero para comprar alimentos básicos, que es el principal hallazgo de la investigación que se confirma en el caso de Yanacachi y que ocurre también en otros municipios", afirmó el estudioso al Periódico Digital del Programa de Investigación Estratégica de Bolivia (PIEB).

ESTUDIO

De acuerdo a datos de 2012 del Instituto de Estadística Teórica y Aplicada (IETA) sobre la distribución porcentual de la producción agrícola por destino, según principales productos del municipio de Yanacachi "insertos en el estudio, el 67,2 por ciento (%) de la coca producida es destinada a la venta, el 27,2% al trueque y sólo el 3,6% para el autoconsumo; en el caso de la yuca el 60,4% va para la venta, el 6,8% para el trueque y el 32,8% para el autoconsumo. El café va casi en su totalidad al trueque (86,7%), sólo el 7,6% se comercializa y el 5,7% se consume.

La Encuesta Socio Demográfica del IETA mostró que el gasto mensual por familia en Los Yungas oscila en Bs 1.824, de los cuales Bs 715 se destinan para la compra de alimentos producidos fuera de la región; es decir un 39% del total de ingresos. En cambio en Yanacachi, la proporción destinada a la compra de alimentos sería mayor pues representa en promedio el 41,7% de los gastos familiares.

En Bolivia, según el trabajo de Urioste, el mercado está dominado por las relaciones de producción que cambiaron la realidad de las comunidades campesinas, y que en el país tenían otras características hace un cuarto de siglo, ya que en las últimas dos décadas hubo un acelerado crecimientos de las relaciones mercantiles y una tendencia hacia la especialización de las cadenas productivas, como de la quinua, café, cacao, soya y coca.

En el caso de Yanacachi, dice el investigador, hay un verdadero drama con las plantaciones de café que fueron abandonadas y desmontadas por los campesinos, para habilitar suelos para el cultivo de la coca. Sin embargo, explica que la unidad productiva de café para ser rentable necesita una superficie mínima de 5 hectáreas e inversión en capital que requiere de un grado de asociatividad.

"Con el café no se puede hacer más que una cosecha al año y se debe esperar al menos cinco años para la primera cosecha, en cambio la coca genera de tres a cuatro cosechas al año, sí a eso se suma la situación del oro, que es un potencial que se debe aprovechar cuando los precios son tan espectacularmente altos debido a la crisis del capitalismo mundial, se debe pensar en llevar adelante estas actividades pero de una manera sostenible en el tiempo", señala.

ORO

Para que la actividad minera sea sostenible-puntualiza Urioste- esta debe ser compatible con la naturaleza, el medioambiente, los derechos sociales de los trabajadores y las comunidades indígenas, pues requiere de acuerdos entre las cooperativas mineras y los sindicatos agrarios, para que municipios y comunidades se beneficien de las regalías e impuestos de la minería que debieran ir destinados a la diversificación productiva, a la preservación del medioambiente y a la plantación de viveros forestales, entre otras.

“Ni la coca ni el oro tributan localmente, por tanto no son capital social productivo local sino individual o de sindicatos, por lo que debiera haber incentivos de responsabilidad social con el territorio y el medioambiente”, sostiene.

Según el estudio, los productores cocaleros al momento de producir no se plantean problemas ni éticos ni concienciales sobre el daño ambiental que ocasionan o para qué será utilizada la coca, ya que lo que les interesa es el ingreso que le genera la actividad.

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