jueves, 22 de agosto de 2013

Las plantas se preparan cuando van a ser atacadas

Las plantas no se mueven. Esto, aparte de una obviedad, es una cuestión científica muy interesante. Los vegetales son presas casi por definición, y no pueden huir ni esconderse. Así que, ¿cuál es su estrategia de defensa? ¿Cómo evitan las plantas ser comidas, o al menos reducir en lo posible el daño que hacen los herbívoros?

Estas cuestiones tienen una respuesta directa, que a la vez provoca más preguntas. Para protegerse, las plantas producen sustancias desagradables al sabor o directamente tóxicas, o desarrollan estructuras defensivas como pueden ser las espinas. El problema con todo esto es que tiene un coste.

Tanto para generar moléculas que den mal sabor o sean venenosas, como las defensas de carácter físico tienen un coste energético. La cantidad de alimento de un ser vivo no es infinita, así que todo lo que se dedique a labores de protección se resta de crecimiento o de reproducción. Siendo esto así, ¿existe alguna manera de optimizar la inversión en cada una de las funciones, y que la supervivencia no se haga a costa de todo lo demás?

Tal y como demuestra el estudio de un equipo norteamericano, sí que existen estos mecanismos. Una manera de hacerlo, conocida desde hace tiempo, consiste en "estar pendiente de lo que pasa a tu alrededor". Es decir, detectar las señales de daño por herbívoros en plantas cercanas.

Lo malo de esta señalización es que no funciona para la primera planta. Todas las demás pueden desplegar sus defensas, pero sólo a costa de que alguna sea dañada. Y el objetivo de todo ser vivo es mantenerse con vida y reproducirse. Debería existir alguna manera de evitar el daño antes de que los problemas empiecen.

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