domingo, 15 de septiembre de 2013

Café Madidi, un grano de excelencia en un área protegida

La sensación reconfortante de tomarlo caliente, resguardado de la lluvia, o durante el invierno, son sólo algunos de los momentos que se viven al lado de una buena taza de café. Pero detrás del placer de disfrutar esta bebida está Madidi, con una historia de entrega y superación de un grupo de productores que habita esta área protegida.
Todo comienza en los cultivos ubicados en diferentes montañas del Parque Madidi, cuyo acceso puede tomar más de 20 minutos de caminata por un sendero que no tiene más de un metro de ancho y está lleno de pendientes.
Por estas sendas, 240 miembros de la Asociación de Productores de Café de Apolo (APCA) transportan, a pie o en mulas, los granos que cosechan .
Socios de 22 comunidades pertenecen a la APCA, fundada hace 14 años, y abarca tres cantones del municipio de Apolo, en el departamento de La Paz.
En 2004 se creó un proyecto con el fin de apoyar el manejo sostenible de estos productores que viven en el parque Madidi y mejorar su calidad de vida, sin que incurran en prácticas ilegales que ponen en riesgo la reserva natural. Desde entonces este café "verde oro” comenzó a conquistar mercados.
"En todos estos años hemos crecido y aprendido a hacer de nuestra producción un modo de vida para salir adelante y no dañar el medio ambiente”, dice el presidente de APCA, Gonzalo Muñisaca.
Entre los senderos que llevan a las parcelas, cuenta cómo cursó la primaria, cuando la timidez que sentía no le permitía hablar en público. Hoy, este hombre que domina los procesos del café ya no tiene problema de hablar con todos de su proyecto.
El proyecto fue implementado por el Servicio Nacional de Áreas Protegidas (SERNAP), dentro del Programa Biodiversidad y Áreas Protegidas (BIAP), con los fondos de la Cooperación Financiera Alemana (KfW) y la Alcaldía de Apolo.
Desde tierra adentro
Después de alrededor de dos horas de viaje en automóvil, partiendo desde Apolo, se llega al ingreso de la senda que lleva al cafetal de uno de los socios, Joaquín Poroso. Es un día nublado, la lluvia no tarda en caer y la tierra se torna algo resbalosa.
Después de la caminata se llega a la empinada parcela, donde destacan los granos rojos, acompañados por árboles de pacay y resguardados por un fuerte natural.
Mientras escoge los granos que va a recoger, Poroso habla sobre la época de cultivo. "La cosecha empieza en abril y sigue hasta septiembre. En los lugares más altos, nuestras parcelas están sobre los 1.350 a 1.750 metros de altura. Para nosotros lograr todo lo que tenemos ha sido como un viaje, pero de esfuerzo”, describe.
A 20 minutos, regresando por la misma carretera, se encuentra Muiri, una pequeña comunidad donde existe una planta de procesamiento. Allí las mujeres vigilan los granos puestos sobre tarimas, en las que seca el café antes de ser puesto en saquillos especiales.
Tienen una despulpadora de madera, máquina que extrae la pulpa y mucilago del grano. Existen algunas metálicas en otras parcelas para hacer más fácil su transporte.
Después de despulpar los granos, los lavan en un canal recubierto con piedra comanche, luego se sigue todo un proceso de selección y secado natural hasta que trasladan el producto a un galpón de almacenamiento recién inaugurado en Apolo. Desde el lugar se envía el café a La Paz.
Alrededor de las tarimas que están al aire libre y como si se tratara de una cofradía, las mujeres con sus niños a la espalda, y otros tantos correteando cerca, mueven el café.
"Hay que hacerlo por lo menos siete veces al día, por eso estamos casi todo el tiempo aquí. Si hace calor, pueden estar cinco días, y si hace frío, como ahora, hasta dos semanas son movidos una y otra vez”, dice una de ellas.
Un grano que vale oro
"Antes secábamos el café en el ‘suelito’, sobre cuero de ganado. No teníamos tarimas como ahora, por eso el precio de nuestro producto era bajo. Nos servía para hacer trueque. Una arroba era cambiada por dos latas de sardina, pero hoy vendemos la libra del café verde oro a 3,15 dólares”, cuenta Gonzalo Limaco, otro de los miembros de la asociación.
En lo que va del año han obtenido unos 400 quintales, cada uno de 46 kilogramos del Café Madidi, que es comercializado por la empresa Alexander Coffee desde hace varios años.

En Apolo hay una pequeña cafetería, donde el producto recién molido es vendido a pobladores y visitantes. La carta ofrece desde un clásico capuchino hasta uno con licor de naranja.
Este lugar pronto se mudará a sus nuevas instalaciones, junto al laboratorio que se construyó como parte culminante del proyecto implementado en 2004.
El Parque Madidi hoy no sólo es considerado como el de mayor riqueza de ecosistemas y especies de Bolivia, sino conocido por albergar uno de los proyectos sostenibles más exitosos de estas características.

Después de conocer su historia, disfrutar una taza de este café, se adquiere un nuevo sentido que trasciende el placer de su sabor para convertirse en una experiencia con aroma a vida.

Cooperación y logros
Producción La producción de Café Madidi aumenta cada año gracias a la implementación de viveros y el control de enfermedades con insumos naturales por parte de los productores.
Cuidado ambiental El proyecto de Café Madidi ha ido más allá en cuanto a la conservación: con la cáscara del café obtienen humus y hacen un proceso de separación de residuos orgánicos e inorgánicos.
18 plantas La Asociación de Productores de Café Apolo, que produce el Café Madidi, cuenta con 18 plantas de pre-beneficio. Cada una cuenta con tres técnicos y un catador, que también son socios. Ellos supervisan todo el proceso de producción.
Cooperación La Cooperación Financiera Alemana ha trabajado desde 2004 con Café Madidi. Hace tres semanas entregó un galpón de almacenamiento y otro en el que funcionará el laboratorio para las pruebas de calidad, además de una cafetería más grande.

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