jueves, 5 de septiembre de 2013

CRECE EL DEBATE SOBRE USO DE BIOTECNOLOGÍA

En algunos países, los transgénicos ya tienen una mayor carga de vitaminas.

Pese a que Bolivia, por norma, prohibió la producción de alimentos modificados genéticamente, con excepción de la soya, actualmente diferentes organismos debaten la necesidad de ampliar el acceso a la biotecnología, por los beneficios que se reportan en otros países, como la mejora de los productos en el mercado interno y el incremento de los recursos y las exportaciones.

Ayer tuvo lugar el cuarto foro sobre seguridad alimentaria con agrotecnología, en el que se reflexionó sobre el uso de estos instrumentos en otros países y que en Bolivia, en caso de ser aplicados, aumentarían la producción agrícola hasta en un 70%, según el presidente de la Asociación de Proveedores de Insumos Agropecuarios, Marcelo Traverso.

La Ley de Revolución Productiva Comunitaria y Agropecuaria, promulgada en julio de 2011, prohíbe la producción de transgénicos, con el fin de proteger el patrimonio genético y la riqueza de la biodivesidad de Bolivia.

El presidente de la Asociación Nacional de Productores de Oleaginosas (Anapo), Demetrio Pérez, señaló que hoy se puede abordar el tema con distintas instancias del Gobierno, hecho que hace dos años era imposible.

Considera que es necesario, por ejemplo, flexibilizar la prohibición de producir alimentos modificados, a otros productos importantes, ya que de todas formas, al territorio nacional ingresan productos transgénicos del exterior. "Hay resistencia principalmente en ciertos sectores sociales, pero es por falta de información. Acá hay una necesidad que cubrir y hay que ver cómo producir más y con qué tecnología".

2 expertos extranjeros, Pedro Rocha y Andrea Uscátegui, participaron en foro sobre seguridad alimentaria.

Bolivia es uno de los países que ratificó el convenio de la ONU sobre diversidad tecnológica. El especialista en derecho agrario y rural, Luis Fernando Asturizaga, explicó que este convenio establece que las naciones desarrolladas deben garantizar el acceso a la agrotecnología alimentaria —en las mejores condiciones— a los países en vías de desarrollo para producir más y mejor, más barato y más sano.



El tratado fue ratificado por el país a través de la Ley 1580, de 1994, y permite el acceso a una herramienta que dé lugar al avance de la ciencia agrícola, que es aprovechada por países vecinos, como Argentina, Basil y Paraguay.

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