martes, 17 de septiembre de 2013

Gladiolos

Esta esbelta flor, muy apreciada por los floricultores también tiene su historia. Su cultivo ya se menciona en los manuscristos de los antiguos griegos y latinos, mucho antes de que la Botánica se definiera como ciencia y atrapara a esta planta dentro de su nomenclatura.

El gladiolo es una planta originaria de África, y gracias a la mano del hombre su cultivo se realiza en casi todas las regiones de clima templado y cálido del mundo. En el siglo XVIII se inicia el mejoramiento de la planta, cruzándola con las sorprendentes variedades en Sudáfrica.

El nombre del género se atribuye a Plinio, las hojas de esta planta son planas, largas y terminan en punta, como una espada corta, se ahí que su nombre proceda de esta característica, ya que en latín “gladius” era la espada que los gladiadores utilizaban en sus luchas en el anfiteatro romano. Por otro lado, también se refiere al hecho de que en la época de los romanos la flor del gladiolo se entregaba a los gladiadores que triunfaban en batalla; por eso, la flor es el símbolo de la victoria.

Por su semejanza a la espada en España se denominaban “espadaña” o “espadilla”, en Italia “spadacciuola”, en Portugal “gladiolas”, en Francia “glaieuls” y en Holanda “khanus”.

Las flores son tubulares y muy grandes, se presentan agrupadas en forma de espiga, que llevan más de 15 flores. El fruto es una cápsula oblonga o globosa que contiene numerosas semillas aladas y marrones; se han logrado una variedad de colores sencillamente extra-ordinarias. La altura de las plantas va de los 60 cm a 1 m, según la especie. Los gladiolos se multiplican usualmente a través de “bulbi-llos”. Estos bulbillos son cormos en miniatura que se forman en la base del cormo original.

Las flores del gladiolo una vez cortadas son apropiadas para ser expuestas en jarrones y en interiores de la casa, ya que se conservan sin marchitarse por más de diez días.

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