domingo, 29 de septiembre de 2013

Villa Florida tiene la manzana deseada

Se las conoce con el nombre de “Eva” y “Princesa”, pero no se trata de mujeres sino de dos variedades de manzana que están siendo producidas en los distritos de La Habana, Villa Esperanza, Cercado y Buena Vista del municipio de Pojo, en la provincia Carrasco.

Estas variedades ingresaron al mercado nacional hace tres años, en los campos de cultivo experimental. Estas especies de manzanas proceden de Brasil y lograron adaptarse a los municipios del Valle Alto cochabambino.

Se introdujeron estas nuevas especies debido a que los agricultores estaban perdiendo mucho dinero debido a los fenómenos climáticos incontrolables como granizos, heladas, vientos huracanados, cambios bruscos de temperatura y varias plagas; al ver el éxito y la buena introducción de los nuevos tipos de manzana se creó la asociación de fruticultores denominado “Villa Florida”.

Esta pequeña asociación de minifundistas responde a la iniciativa directa de 45 socios activos que producen estas variedades de manzana. Éstas son muy nutritivas y ha logrado ingresar con mucho éxito en los mercados regionales de Cochabamba, Santa Cruz y Chuquisaca.

Los productores señalan que al igual que los últimos seis años, la producción de durazno, especialmente la variedad “Gumucio Reyes”, famosa por su sabor, color, dulzura, carnosidad y tamaño, en los municipios del Valle Alto, se vió afectada en un 40 por ciento por fenómenos climáticos y por ello los productores decidieron probar con estas nuevas variedades.

El técnico agricultor J. Luis Ynturias señala que ambas especies se adaptaron perfectamente a las características climáticas de la zona, puesto que este terreno se encuentra situado entre 2.700 y 2.800 metros sobre el nivel del mar, con temperaturas fluctuantes entre 28 hasta 30 grados centígrados y precipitaciones pluviales moderadas, similares a las de valles mesotérmicos de Brasil.

Primeros pasos

Esta Asociación fue conformada el año 2007, la idea surgió con el propósito de producir manzana y con el apoyo del Proyecto de Alianzas Rurales - PAR.

Vargas explica que ambas variedades se adaptaron perfectamente a las características climáticas de la zona.

En 2009 se establecieron la mayoría de los huertos, los que empezaron a producir en 2011 y a comercializarse en mercados el 2012.

Sin embargo, los productores con mayor antigüedad ya cuentan con interesantes volúmenes de producción, para la venta de manzanas y son precisamente ellos los que están promoviendo nuevas técnicas de producción en sus terrenos.

Actualmente Villa Florida cuenta con el apoyo de su municipio y del Programa de Desarrollo Agropecuario Sustentable, de la Cooperación Sueca y Alemana (Proagro), ejecutado por la Cooperación Alemana al Desarrollo (GIZ) en Bolivia y su personal se encarga de la capacitación y la asistencia técnica, especialmente sobre el manejo del cultivo.

Esta situación les permitió a los productores mejorar su calidad de vida y además pensar en un futuro. “Estas variedades de manzanas nos han ayudado a mejorar nuestros ingresos económicos, puesto que con el cuidado y la asistencia técnica de los profesionales podemos lograr una producción fuera de temporada”, asegura José Luis Guzmán, productor de manzanas de la zona de Pojo.

Este manejo tecnológico constituye un pilar fundamental para lograr una producción sostenible y competitiva. De igual manera la zona está volviendo a recobrar la actividad de antaño, puesto que ahora existen más productores y menos migrantes.

El gobernador del municipio de Aiquile, Anacleto Montaño, explica que se impulsó la producción de manzanas para diversificar la producción frutícola de la zona.
Tecnificación y progreso
Esta es una de las razones para que los productores requieran de mucha colaboración y asesoramiento; y es también una de las razones para que las comunidades creen un centro de acopio y que además tengan equipos que les permitirá realizar la clasificación de la manzana.

La cadena de producción no finaliza ahí, puesto que también se está implementando una estrategia de comercialización en beneficio de todos los asociados.

Juan Ardaya, propietario de “Ardaya Frutales del Valle” asegura que en este momento en el que el cambio de clima está modificando la forma tradicional de agricultura, los productores requieren del empleo de tecnología para mejorar los sistemas de cultivos que se emplean en estas variedades.

Considerando el potencial productivo, las ventajas comparativas con que cuentan los valles, los beneficios ambientales para los recursos productivos y la demanda creciente en el mercado nacional, se plantea el desarrollo de la producción y comercialización de frutas de valles como un modelo de gestión bajo el enfoque de cadenas de valor, con énfasis en la producción primaria, con asistencia técnica especializada y estrategias de comercialización organizada.

Y además una de las facetas más importantes de esta agrupación es que el sistema productivo frutícola no excluye a grupos sociales ni genera conflictos entre ellos. Más al contrario genera espacios de confraternización.
Habitantes integrados

Uno de los beneficios más importantes de esta actividad es la integración dentro de la fruticultura, al contrario de generar inequidad entre hombres y mujeres, permite la participación de todos los miembros de la familia en el proceso productivo: desde el diseño del huerto, la preparación de suelos, plantación, el riego, la fertilización, las podas, el raleo de frutos, la cosecha, post cosecha y comercialización.

Hilaria Zeballos, integrante de la Asociación de productores de fruta T’ipapampa de Aiquile asegura sentirse muy bien en este trabajo colectivo puesto que ella también es capaz de realizar las mismas actividades que el varón.

El modelo “Producción y comercialización de frutas de Valles” promueve la capacitación y asistencia técnica, con el fin de mejorar los rendimientos, la calidad de la fruta y consecuentemente, los ingresos económicos de las familias productoras.

“La capacitación y asistencia técnica a hombres y mujeres, en igualdad de condiciones, evita posibles inequidades por razones de género, ya que ambos tienen las mismas posibilidades de realizar las labores agrícolas”, asegura Juan Ardaya, técnico especialista del Programa de Desarrollo Agropecuario Sustentable, Proagro.
Mujeres productoras
La participación de la mujer en estas distintas actividades busca consolidar el principio de equidad de género en la comunidad, que permite lograr beneficios para toda la familia. Esto hace que los procesos de capacitación y asistencia técnica se efectúen de forma más equitativa.

La cooperación sueca y alemana, a través de Proagro, incorpora un nuevo instrumento enseña a los fruticultores a “aprender haciendo” es decir trabajar sobre sus parcelas innovando sus conocimientos.

Filomena Caonero, fruticultora de la zona de Pojo, asegura que deben aprender a cuidar el agua que utilizan en sus parcelas, mejorar el terreno, pero además cuidar sus manzaneros de las plagas y enfermedades y que todo aquello lo aprenden y aplican en sus terrenos.

“Mis hijos ya me ayudan en esta tarea y así puedo darles mejores condiciones de vida”, señala Filomena.
Proyecto final
Tanto Ramón Ramos y Rolando Vaca, asesores técnicos del programa, aseguran que dicho proyecto tiene grandes beneficios ambientales ya que contribuye a la conservación de suelos, disminuye la erosión eólica hídrica, además mejora la estructura física del suelo, la aplicación de riego tecnificado reduce los volúmenes de agua.

Asimismo aseguran que la fruticultura permite mejorar la cohesión social a nivel comunal y municipal, permitiendo que los beneficiarios no sólo efectúen gestiones de carácter productivo, sino también mayor atención a servicios básicos.

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