jueves, 27 de marzo de 2014

El cambio climático obliga a mejorar la tecnología agrícola

Las principales fuentes de emisión de gases invernadero en Bolivia son la deforestación y la degradación de los bosques; para paliarlas es necesario mejorar la tecnología agrícola. Ésa es una de las conclusiones del foro "Innovaciones y mecanismos para enfrentar el cambio climático”, que se realizó ayer.
En el evento -que congregó a un grupo de expertos, profesionales del sector y público en general en un céntrico hotel de La Paz-, los ponentes coincidieron en que la prevención es la principal vía de solución.
"Se trata de plantear un uso sustentable del bosque incrementando su capacidad de adaptación al cambio climático”, aconsejó Humberto Gómez, director de la Fundación Amigos de la Naturaleza.
Además, sobre el sector agrícola propuso cambiar las fechas de siembra, utilizar una variedad de semillas "más resistentes a los cambios climáticos”, así como mejorar la tecnología de los sistemas de producción (irrigación, fertilización). Estas medidas de adaptación al cambio climático contribuyen a reducir la vulnerabilidad de cultivos como el arroz, la soya, el maíz y pasturas, según el experto.
En cuanto al ciclo hidrológico, la experiencia demuestra que en el país hay déficit de agua de julio a octubre. Según los datos aportados por Gómez, para el año 2030 habrá mayor presión hídrica, la oferta disminuye en 20% y la demanda crece hasta 110%.
Gustavo Solano Garro, ingeniero forestal de Costa Rica con extensa experiencia, expuso una visión general del problema en América Latina.
Señaló que desde 1970 las emisiones de gases de efecto invernadero han aumentado un 70%, y los niveles de dióxido de carbono hasta el 80%. "Si se mantienen las políticas actuales, estimamos que para el año 2030 las emisiones crecerán entre un 40 y un 110%”, dijo.
"El cambio climático representa una amenaza para las poblaciones rurales, que tienen una alta dependencia de la agricultura y los recursos naturales para subsistir, y en particular de las mujeres como productoras de alimentos y para los pueblos indígenas que viven de los productos del bosque”, alertó, por su parte, Corina Straatsma, directora de Hivos Sudamérica.
Añadió que están surgiendo recursos financieros como la Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación de bosques (REDD) o el Pago por Servicios Ecosistémicos (PES).
Gómez concluyó que el cambio climático requiere de un esfuerzo de autoridades y ciudadanos: "Deben implicarse en la reducción del gasto energético, el consumo de productos locales y el reciclado de basura”. En su opinión, "aún no existe una conciencia real de lo que supone este problema”.

El foro debate sobre cambio climático fue organizado por el Instituto Humanista para la Cooperación (Hivos) y el Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE).

Preocupantes pronósticos para el año 2030

Gary Antonio Rodríguez, gerente general de IBCE, recordó al experto alemán Joerg Seifert-Granzin, quien hace cuatro años realizó una serie de preocupantes pronósticos para el año 2030, si no se toman medidas urgentes en relación con el cambio climático.
Entre éstos, los glaciares de la Cordillera Real desaparecerán en su mayoría; el Chaco se convertirá en un desierto por la escasez de lluvias; el lago Titicaca se fragmentará en tres partes permanentes; las granizadas frecuentes en Tarija acabarán con la producción vitivinícola; aparecerán nuevas enfermedades endémicas, y habrá un fuerte impacto en la pobreza.


Según los datos aportados ayer en el foro sobre variabilidad y tendencias climáticas detectadas en Bolivia, destaca el aumento de la temperatura en 0,5 grados en los últimos 50 años. Ello supone un crecimiento de 0,1 grados por década. También se ha registrado el incremento de precipitaciones entre los años 1965 y 1984, y la disminución a partir de esta fecha. El escenario que se prevé para los próximos años es que continúen los ascensos tanto de la temperatura como de la intensificación del ciclo de lluvias.
Rodríguez destacó la relevancia del encuentro que se efectuó ayer, porque hubo diálogo público entre expertos, académicos, representantes del sector gubernamental (incluso de otros países) y ciudadanos.

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