martes, 29 de abril de 2014

En Bolivia hay 550 toneladas de plaguicidas obsoletos y tóxicos

Guido Condarco lidera la Fundación Plagbol en Bolivia, institución que desde hace 12 años se dedica a la investigación sobre el uso de los plaguicidas y otros contaminantes químicos. Frente al creciente consumo de estos productos que se registra en el país, la organización promueve otras alternativas para el control de plagas y enfermedades.
Condarco advierte sobre las graves consecuencias del uso de plaguicidas tanto en la salud del hombre como en la del medio ambiente. Asegura que puede desencadenar enfermedades crónicas a largo plazo.
¿Qué lugar ocupa Bolivia en uso y consumo de plaguicidas?
En los últimos años, Bolivia se destaca por un fuerte incremento en el consumo de estos productos químicos. En comparación con el resto de países latinoamericanos, el aumento asciende hasta el 18%. Además es puntero en importar plaguicidas con respecto al volumen de población del país. Bolivia importa más de 300 millones de dólares al año en agrotóxicos.
¿A qué se debe este incremento en el uso de químicos?

Básicamente a la demanda, que es mayor en la medida que aumenta el número de hectáreas cultivadas, especialmente de monocultivos como la soja. En Plagbol nos preocupa también el fenómeno de adulteración de los plaguicidas que se produce por parte de los comerciantes. Esto disminuye la capacidad de los productos y la resistencia de las plagas es mayor.
¿De qué países se importan los plaguicidas?


Principalmente de China. Aunque nos chocamos con un gran inconveniente al respecto y es que no hay información exacta sobre la procedencia y cantidad de químicos que llega al país. Si vamos a Aduanas para investigar, la respuesta es que no tienen información, ni siquiera cuentan con formularios específicos y todos los productos que se importan vienen clasificados sólo como agroquímicos.
¿Existe un control de los plaguicidas obsoletos?




Bolivia es uno de los pocos países que no tiene ningún tipo de programa de control de plaguicidas obsoletos. Esto contrasta con los preocupantes datos que ha recapitulado la FAO. Según su evaluación, hasta el año pasado en Bolivia había más de 600 toneladas de plaguicidas obsoletos, que no sirven ni se utilizan para nada, pero su toxicidad se mantiene muy activa. De esta cantidad, gracias a la ayuda internacional, se ha logrado reenvasar unas 32 toneladas, que se han enviado fuera de Bolivia a una serie de hornos especiales donde se pueden eliminar.
¿Qué efectos tiene sobre la salud el consumo de residuos tóxicos a través de los alimentos?
Hay un problema de fondo que nos preocupa en este aspecto. Bolivia es uno de los pocos países que no tiene un sistema de control de residuos de plaguicidas en los alimentos. Por tanto, no existe una monitorización o programa de vigilancia, como en el resto de países. No conocemos las dificultades que hay que impiden que se desarrolle este programa, que es imprescindible para garantizar la seguridad alimentaria. Y esto afecta la salud de las personas. Hay una incidencia de ciertas patologías relacionadas con el uso de plaguicidas, pero no se puede afirmar de manera contundente debido a la seria deficiencia existente en cuanto a información científica se refiere.
¿Qué intoxicaciones crean?
Generalmente son intoxicaciones crónicas que se manifiestan después de unos 30 años del consumo de los alimentos. Por tanto, se pueden traducir en alteraciones metabólicas o cáncer, que luego difícilmente se los relaciona con el contacto de plaguicidas. Generalmente no se manifiestan como intoxicaciones agudas de las que terminan en emergencias del hospital.
¿Cuáles son las alternativas?
Se trata de buscar una producción ecológica de este tipo de productos. Optamos por el paso intermedio que supone el manejo integrado de las plagas. Es un proceso con un enfoque integral de manejo de tierras para evitar el uso de sustancias químicas. En cualquier caso, si se utilizan deben ser las más inofensivas y de menor impacto.
¿Qué medidas preventivas recomienda en casa?
Principalmente aconsejamos lavar bien los productos que consumimos y especialmente los que sabemos que han sido tratados con plaguicidas. En estos casos es mejor pelarlos. Además, los productos químicos tiene un periodo de carencia, en el que pierden su potencial tóxico con el transcurso de los días. Por eso es recomendable dejar pasar una semana para consumirlos.
¿En qué proyectos trabaja Plagbol en la actualidad?

Estamos inmersos en un proyecto dirigido exclusivamente a los consumidores, porque creemos que son actores fundamentales en el proceso. Queremos que accedan a la información no sólo en cuanto a riesgos del consumo de residuos tóxicos de los plaguicidas, sino también sobre su prevención.

HOJA DE VIDA

Fundador Condarco fundó Plagbol hace 12 años para abordar los problemas en torno al uso indiscriminado de plaguicidas.
Proyecto Plagbol trabaja en la difusión de programas para que el consumidor conozca los efectos de los plaguicidas en la alimentación.

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