domingo, 31 de enero de 2016

La producción orgánica busca el reconocimiento del consumidor

La producción orgánica en Tarija crece lentamente pese a que hoy existe más información sobre las ventajas de consumir alimentos producidos desde una perspectiva ecológica que cuide el medioambiente y la salud humana.
“La producción ecológica no ha logrado aún la aceptación necesaria como para motivar que más y más productores se animen a apostar por este tipo de producción”.
Esto pese a que se trata, de acuerdo a Jaime Gumiel, director del Instituto de Investigacion y de Capacitacion Campesina (IICCA), de “una apuesta por la vida a través de la producción orgánica, integral y holística” que si bien ha hallado un eco a nivel de las autoridades de los gobiernos municipales, departamentales y nacional no es valorada adecuadamente por los consumidores por lo que los productores se adhieren a ella con cierta desconfianza debido a que implica mayor cuidado y trabajo. Sin embargo, en Tarija se ha avanzado mucho desde que se incluyera este punto como parte de la propuesta institucional del IICCA.
Pero esta es solo una de las dificultades que frena el desarrollo de la producción ecológica en el campo ya que existen por detrás intereses políticos y económicos a nivel mundial que tienen también su efecto en Bolivia y por consiguiente en Tarija y que evitan que se pueda avanzar más y a mayor velocidad.
“Detrás de toda acción hay intereses económicos y políticos de las grandes empresas de agroquímicos y productoras de semillas y otros insumos que han llevado a imponer un sistema productivo, un sistema que es muy agresivo con la vida”.
Gumiel es consciente de que los promotores de la producción orgánica afectan intereses de algunos sectores pero considera que en Bolivia existe una normativa apropiada para incentivar la producción ecológica aunque en la práctica no se aplica.
En Bolivia el Estado es contradictorio, ya que si por un lado se crean normas para incentivar el cuidado del medioambiente en la producción agrícola, en la práctica, se apuesta por la producción con agroquímicos. “Una muestra de esto es la implementación de la planta de úrea por parte del Gobierno y la producción de plásticos que se iniciará a partir de los hidrocarburos en los próximos años, esto contradice esta otra única propuesta y posibilidad que tenemos en el mundo”.
Para Gumiel se trata de una lucha complicada y difícil que más allá de los intereses económicos tiene un trasfondo político, porque cuestionan “el sistema que está dominando en el mundo”. En ese sentido, Gumiel no solo se refiere a la producción agropecuaria como parte de la seguridad alimentaria sino a todo lo que implica el cuidado del medioambiente y la calidad de vida humana.
Se trata, de acuerdo a Gumiel, de un paquete productivo que se incentiva desde las universidades en donde la producción orgánica no es más que una materia pero no la línea, la base de la formación de los agrónomos. “En las universidades se enseña el modelo productivo que incluye agroquímicos, se habla muy poco de la producción orgánica”.
El Instituto de Investigación y Capacitación Campesina introdujo la producción orgánica en su propuesta desde hace más de 20 años buscando productores agrícolas que deseen cambiar su modelo productivo y poco a poco han ido logrado la adhesión de familias en las diferentes comunidades con las que trabajan.
Sin embargo la tarea no ha sido fácil debido a que se trata de una forma de producción que requiere más cuidados, por lo tanto implica más trabajo y esfuerzo.
Una vez lograda la producción las dificultades surgen a la hora de poner el producto en el mercado a precios justos, ya que son productos que deberían tener un precio mayor al ser productos no orgánicos. “No ocurre así y para la gente el precio tiene mucha importancia aún”.
Una forma de lograr que el productor obtenga un precio justo por su producción, ha sido establecer puntos de venta en los que él mismo ofrece sus verduras, hortalizas, frutas, etc. para evitar a los intermediarios que encarecen los productos.
Un punto de venta está en la feria de Villa Fátima los sábados, que ha sido promocionado por el Consejo Nacional de Producción Ecológica (CONAPE) y que ya es bastante reconocido por las personas que buscan una alimentación más sana.
Otro punto de venta que se abre los viernes está ubicado en las oficinas del IICCA, un lugar a donde llegan los campesinos con sus productos.
“La salud está en lo que comemos y por eso vengo cada viernes a comprar aquí lo que necesito”, comenta Miriam Vacaflores, una asidua visitante de “Cosecha”, el punto de venta de producción agrícola orgánica dependiente del IICCA, en el que los viernes muy temprano se realiza la venta de verduras, fruta, leche, panes, cereales, semillas, trucha y otros alimentos que son traídos hasta allí por los propios productores desde comunidades como Tajzara, Guerra Huayco, Chaupiuno, etc.
Los compradores son gente que llega y escoge lo que le hace falta ya que la mercancia está expuesta para que el consumidor elija el producto.
Maruska Barrientos, encargada de este punto de venta y funcionaria del IICCA, orienta de rato en rato a los compradores sobre las ventajas de los productos producidos de manera orgánica, ofrece muestras para probar la miel o los refrescos elaborados con ellos. Da además recetas sobre las posibilidades de la acelga, la zarzamora u otros productos para preparar alimentos sanos.
No es raro que las personas se detengan a conversar e intercambiar recetas y experiencias sobre temas de salud y como mejorarla consumiendo tales o cuales productos. Es claro que a los compradores de la producción orgánica los une la preocupación por su salud.
En el Mercado Campesino recientemente se ha instalado un punto de venta a iniciativa de las diferentes instituciones que trabajan con la producción orgánica como CONAPE, IICCA y el Consejo Regional de Abasto y Mercadeo Agropecuario (CRAMA).
Sin embargo, este punto de venta no ha funcionado como se esperaba debido, según Maruska Barrientos, a que la gente no conoce las ventajas de este tipo de productos por lo que no les atraen en un mercado en el que hay mucho y de todo.
La producción orgánica no siempre es muy atractiva a la vista ya que no se utilizan procedimientos para mejorar su apariencia como ocurre con los químicos, pero esto es algo que desconoce la población.
Así pues, los productores al no encontrar una respuesta a su esfuerzo de vender personalmente sus productos en el mercado campesino, han ido abandonando este proyecto.
“El mercado no valora de manera cabal el producto porque cuando hace su compra compara el precio con un producto convencional. Lamentablemente en Tarija el precio es muchas veces decisivo para la compra”.
Lo que se busca con estas iniciativas comerciales es garantizar que el productor reciba más que lo que gana con la producción convencional. “Hay que reconocer que siempre el campesino a subvencionado a la ciudad”, comenta Gumiel refiriéndose a que los productos agrícolas pasan del productor a los rescatistas que revenden el producto en los mercados y por lo tanto la ganancia para el campesino es mínima.
Esto lleva muchas veces a que las familias campesinas produzcan pensando en la seguridad de la familia, alimentos para los animales y lo que sobra para el mercado.
En este sentido, se dan casos en los que los productores, quienes comprenden la importancia de la alimentación con productos orgánicos y para preservar su propia salud, destinen una parcela de tierra para la producción orgánica destinada a la familia y otros terrenos los siembren con producción lograda a través de métodos convencionales, con químicos, para la venta.
De este modo se están dañando los suelos que paulatinamente van perdiendo sus nutrientes y requieren más y más químicos. La producción orgánica por el contrario, enseña métodos que buscan cuidar el suelo respetando su materia orgánica, microbiología y mineralización trabajando con abonos orgánicos.
“Los agroquímicos rompen el equilibrio, los agroquímicos provocan la pérdida de minerales en los suelos y un suelo que no tiene los minerales suficientes produce frutos carentes de las propiedades que deberían tener y ya no son buenos alimentos”.
De 37 años del IICCA, más de 20 los ha dedicado a dar a conocer y capacitar sobre la producción sin químicos y pese a que han evolucionado, e incluso aprendido mucho, aún hay mucho por hacer.
Plantean la necesidad de modificar los sistemas productivos de alimentos hacia la producción orgánica que debía ser adoptada en todos los sistemas productivos, incluso en los alimentos que son procesados y en los que se hace una utilización excesiva de químicos que dañan a la salud.
“No es solo un tema del área rural sino debería ser adoptado en los sistemas productivos industriales de alimentos procesados donde el uso de químicos y sintéticos es muy elevado, exagerado”.
Todo esto lleva a la necesidad de pensar el lograr ecosistemas saludables. “La única manera de lograrlo es produciendo sano, para lograr la seguridad alimentaria no debe pasar por producir alimentos para satisfacer la necesidad de comida sino con productos sanos, los químicos son venenos, la producción transgénica ligada al glifosato (herbicida) es tóxica”, advirtió Gumiel.

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