miércoles, 26 de octubre de 2016

“La mayoría de los argumentos contra los alimentos genéticamente modificados se han caído” (I)



CAPITALES introduce a sus lectores en el apasionante debate de la utilización (o no) de alimentos u organismos genéticamente modificados (OGM), de la mano de uno de los mayores conocedores del tema en Bolivia: Gonzalo Flores, sociólogo, Ms. Sc. Manejo de Medio Ambiente por la Universidad de Londres, Colegio Imperial de Ciencia y Tecnología.

Flores, quien es miembro del Grupo de Desarrollo Rural (G-DRU) en La Paz, estuvo de paso en Sucre y concedió una entrevista a este suplemento que, en atención al gran despliegue de este tema que hace el entrevistado, dividimos en dos partes. En esta primera, el experto se refiere a la actualidad de los OGM en el mundo y a las principales críticas que pesan sobre ellos. El próximo martes, hará mención a las ventajas de estos alimentos y a las decisiones políticas adoptadas por Bolivia acerca de este interesante tema.

CAPITALES (C). ¿Está creciendo el uso de OGM en el mundo?

Gonzalo Flores (GF). En todo el mundo hay una corriente de nervios respecto a los cultivos genéticamente modificados, pero, en este momento existen ya 180 millones de hectáreas cultivadas con OGM, aproximadamente 80 millones de agricultores que los cultivan en un total de 27 países. Y las cifras siguen creciendo.

C. ¿Son muchos los países que obligan a etiquetar estos productos?

GF. Uno mira las listas de países para saber cuáles son los que obligan a etiquetar y cuáles los que no obligan, y en ambos casos hay listas grandes. La cosa es: ¿para qué se tiene que etiquetar un alimento como OGM?, ¿tiene esto alguna utilidad?

Lo primero que sale a la vista es que tiene sentido etiquetar algo cuando es radicalmente diferente de otra cosa: para diferenciarlo. Por ejemplo, entiendo claramente la ventaja de diferenciar la crema de leche, que sale de la leche de vaca, de un producto totalmente sintético. Son productos radicalmente diferentes que tienen que estar distinguidos.

C. Entonces, ¿un alimento OGM es sustancialmente diferente a un alimento no OGM?

GF. Hay una discusión muy profunda al respecto, que dice que los OGM y los no OGM son básicamente iguales: son sustancialmente equivalentes. Esta es la doctrina en la que se basan las legislaciones de EEUU y de Europa, además de un número creciente de países.

C. ¿Cuáles son los parámetros para comparar uno y otro?

GF. Son tres. El primero, la composición química: cuánto tienen de carbono, cuánto de oxígeno, cuánto de agua, cuánto de esto y de lo otro. Si los dos tienen la misma composición, es un punto a favor de la equivalencia. El segundo parámetro es su poder nutricional: cuánto tienen de proteínas y de minerales, de vitaminas, de aminoácidos, etc. El tercer argumento es por la búsqueda de sus efectos nocivos: las alergias son causadas por la reacción del cuerpo humano a proteínas nuevas, entonces hay que buscar qué proteínas produce uno u otro alimento. Si tienen lo mismo, es otro argumento a favor de la equivalencia sustancial.

Son tres parámetros sumamente sólidos como para decir: ‘si dan lo mismo, son sustancialmente lo mismo’, aunque sabemos que el alimento genéticamente modificado tiene unos genes que no son los que venían de manera natural.

Entonces, basados en ese principio de equivalencia sustancial, en los EEUU no se etiqueta el OGM. En cambio en Europa, aunque se usa también el mismo principio, sí se etiqueta. Ahora, en EEUU el criterio dominante para hacer la legislación es el producto, no el proceso; eso es muy interesante: su legislación mira el estado final del producto. En Europa, se mira el producto y el proceso.

C. La cuestión de la naturalidad es clave en el debate. ¿Cómo la explica usted?

GF. El debate sobre los OGM es larguísimo, yo estoy en un curso actualmente con la Universidad de Cornell (en Nueva York) sobre este tema; hay muchos argumentos contra los OGM, pero la mayoría se han caído. Se pueden agrupar en varios tipos y el primero es el de la naturalidad (“los OGM no son naturales”), pero ocurre que los límites de lo que es natural y lo que no es natural no son muy claramente cortados, porque la trasposición de genes no la hacen solamente los seres humanos en sus laboratorios; también la hacen las bacterias en forma natural: hay bacterias que tienen la capacidad de ingresar a un cuerpo y modificar el genoma de ese cuerpo transfiriéndole sus propios genes, o los de otro organismo. Eso ocurre naturalmente. Entonces, ¿cuando la transferencia de genes la hace una bacteria es natural y cuando la hace un ser humano deja de ser natural? No es tan clara la frontera.

C. ¿Qué otro argumento hay en contra de los OGM?

GF. Otro argumento es más bien ético (“estamos jugando a ser Dios”), pero es un argumento poco sólido porque cada vez que los gametos de macho y hembra, en cualquier especie se juntan, se mezclan los dos genomas. Las plantas tienen sexo, hay reproducción sexual en las plantas y cada vez que ocurre la polinización y por tanto la fertilización de una planta femenina por una masculina, hay una mezcla completa de todos los genes. Lo mismo pasa con los animales: cualquier animal que conozcamos hace eso. Entonces, la naturaleza y la humanidad están mezclando genomas hace muchísimo tiempo y el argumento de jugar a ser dioses ha decaído bastante.

C. También se dice que serían perjudiciales para la salud. ¿Qué se sabe al respecto?

GF. Así es, otro argumento en contra es el de los potenciales efectos nocivos (“son dañinos”). Los alimentos genéticamente modificados han sido mucho más estudiados que sus homólogos convencionales; por ejemplo, un trigo genéticamente modificado ha sido mucho más estudiado que su homólogo convencional, por el temor a los riesgos. Hay montañas de estudios sobre los efectos que podrían tener un producto genéticamente modificado y no los hay sobre los tradicionales que consumidos todos los días. Lo lógico sería estudiar a todos.

C. El otro argumento contrario es el de orden ecológico-económico, por el consumo de plaguicidas…

GF. Sí, cuando dicen que “los OGM nos van a hacer consumir muchos más plaguicidas de los que se consumían antes”. Eso puede ser parcialmente cierto y parcialmente falso. Algunos OGM han sido modificados para que generen su propio plaguicida y, entonces, reduzca el uso de plaguicidas. Pero puede ser que sean atacados por malezas y hierbas, entonces requieren el uso de herbicidas como, por ejemplo, el famoso glifosato

C. ¿Para qué se modifican las plantas?

GF. La mayor parte se modifican para dos cosas: para que produzcan su propio herbicida o para que produzcan su propio plaguicida.
En el caso de este, la modificación genética es para que produzca su propio insecticida (plaguicida). En el primer caso, la modificación genética es para que la planta sea resistente a, por ejemplo, el glifosato (herbicida).

(LA SEGUNDA PARTE DE ESTA ENTREVISTA SE PUBLICARÁ EL PRÓXIMO MARTES 1 DE NOVIEMBRE)

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