jueves, 16 de marzo de 2017

La sequía y plagas obligan a Bolivia a importar maíz transgénico de Argentina

Un año de grave sequía y plagas de insectos provocaron que Bolivia, donde existen varios tipos de maíz, haya tenido que importar variedades transgénicas del producto desde Argentina, factores que han causado malestar y una decepción entre los productores bolivianos.

La producción boliviana de maíz en el período 2015-2016 llegó a cerca de 950.000 toneladas y se espera que en las cosechas de invierno (2016) y verano (2016-2017) lleguen solo a 926.000, aún cuando se han cultivado unas 20.000 hectáreas más de terreno.

Para aliviar el déficit Bolivia importó entre agosto y enero pasado 113.320 toneladas de maíz amarillo duro, que se usa como alimento para ganado, a un coste de 19 millones de dólares, según el Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE).

"Falta maíz, el Gobierno va a la Argentina, hace un convenio y mete maíz transgénico y a nosotros no nos dan las semillas", se queja un pequeño agricultor de la zona cruceña de San Julián, Freddy Taboada, durante una visita organizada por el IBCE para varios medios, entre ellos Efe, a la región de Santa Cruz.

El productor alude a la paradoja de que el Gobierno de Bolivia importa maíz transgénico para el mercado, pero, a la vez, mantiene restringido el uso de semillas genéticamente modificadas a un único tipo de soja resistente al glifosato, un herbicida no selectivo.

Los agricultores cruceños piden que el gobierno flexibilice su posición respecto a los transgénicos para poder producir cultivos resistentes a herbicidas y plaguicidas para ser más competitivos con los mercados vecinos, sobre todo el argentino y el brasileño.

El presidente Evo Morales expresó alguna vez su disposición para estudiar una apertura a los transgénicos para evitar una falta de los alimentos, pero realmente esa posición no se ha desarrollado.

En cambio, en el departamento de Santa Cruz, donde se produce alrededor del 60 % de la producción de maíz de todo el país, hay una visión empresarial y productiva a favor de los transgénicos.

Mientras la producción de este cereal ha ascendido en las últimas campañas de cosecha en el resto de departamentos de Bolivia, en Santa Cruz y Cochabamba, lleva tres años en caída, lo que afecta sobremanera a la cantidad total producida en el país.

Los productores del cereal temen que las pérdidas en Santa Cruz, en la próxima cosecha, se sitúen en 48 millones de dólares.

¿El problema? Los hongos derivados de plagas como la del gusano cogollero y la intensa sequía que afectó a la zona.

"Tuvimos muchos problemas de seca (sequía) en enero y febrero, que estuvo casi 35 o 40 días sin llover", contó el administrador de la propiedad agrícola San Jorge, Marcelo Pantoja.

En San Jorge se cultivan de 400 a 500 hectáreas de maíz al año y mientras en un año normal se saca tres toneladas por hectárea, para esta gestión se esperan pérdidas en un tercio de la producción.

"Este año no vamos a cubrir el costo (de producción)", sostiene Pantoja, tras explicar que no pueden permitirse prescindir del maíz a pesar de saber que van a sufrir pérdidas debido a que necesitan de esta semilla para el ciclo de rotación de cultivos.

Gualberto Zurita, un pequeño productor que dirige una asociación de casi un centenar de agricultores de Cuatro Cañadas (norte de Santa Cruz), relata que las lluvias de "última hora" salvaron una pequeña parte de la producción.

Pero eso no es suficiente. Zurita ha perdido 100 hectáreas de las 120 que sembró y acumula una deuda de 40.000 dólares desde hace dos años en créditos bancarios.

Para tratar de ayudar ante las pérdidas, la estatal Empresa de Apoyo a la Producción de Alimentos (Emapa) anunció en mitad de la campaña pasada (de mayo a octubre de 2016) que compraría el quintal de maíz (46 kilos) en 11,5 dólares, un precio superior al mercado.

Según los campesinos bolivianos, la producción argentina puede cobrar en el mercado local incluso tres dólares por quintal y aún así salir ganando porque tiene una producción intensiva.

Además, una hectárea en Bolivia rinde entre dos y tres toneladas de maíz por hectárea, mientras que la misma superficie en Argentina y Brasil tiene un rendimiento que está entre 12 y 13 toneladas.

"Nosotros vemos que producimos de la mejor manera posible, invertimos toda nuestra plata, tiempo y recursos y aún así no podemos competir con el maíz que viene de Argentina, que es transgénico", concluyó Pantoja.

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