miércoles, 2 de agosto de 2017

El agro sufre altibajos y varios alimentos seguirán importándose



¿Cómo vamos con los productos agrícolas? El país seguirá importando trigo más allá de 2025. Lo reconoció el mismo Gobierno, a tiempo de señalar al cambio climático como principal causa. El girasol bajó su producción en 68 por ciento en los últimos nueve años, por las plagas, sequía y falta de buenos precios. El maíz decreció en 2016, pero en 2017 tiene un sobrestocamiento, y el algodón cayó en 30 por ciento menos en cultivos con relación al año pasado por la falta de mercados. Si en oriente ocurre todo esto, en occidente afecta la sequía y la competencia de alimentos importados, como la cebolla peruana que hace competencia con la nacional.

Los empresarios agropecuarios de oriente sintetizan los bajones señalando como causas principales el clima y las plagas, lo que podría subsanarse en gran medida si se admite un mayor uso de biotecnología, según defiende el gerente general del Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), Gary Rodríguez.

Por su parte, un análisis de Gonzalo Flores, de la Fundación Milenio, expone que el país se está convirtiendo en importador neto de alimentos, pues compra incluso los que ya tiene y exporta.

Del otro lado, los empresarios reportan alta producción en otros alimentos (carnes de pollo, de cerdo y de res, junto al azúcar, la soya, el sorgo y ahora el maíz), los cuales, pese a que en algunos casos no rindieron como en años anteriores, registran números que para los empresarios justifican la exportación. En este caso, hay dos factores que traban esta iniciativa: un veto del Gobierno y las normas sanitarias internacionales. El Gobierno, a través del ministro de Desarrollo Productivo, Eugenio Rojas, ya respondió que, mientras no se garantice la seguridad alimentaria en el país, no se puede pensar en la exportación. El mismo Rojas, sin embargo, fue quien reconoció que el Gobierno no podrá cumplir con su compromiso de hacer que el país en 2025 sea autosuficiente en materia de un alimento clave en la seguridad alimentaria boliviana: el trigo, y que habrá que plantearse un nuevo plazo, que tampoco quiso darlo.

Algo similar ocurrió con el maíz. Bolivia gastó en 2016 más de 16 millones de dólares en importación de este grano. El Gobierno implementó para este año una política de incentivo con un precio referencial de 80 bolivianos el quintal. Ahora los productores tienen excedentes y miran a la exportación como una solución.

El presidente de la Cámara Agropecuaria del Oriente (CAO), Freddy Suárez, prevé un crecimiento de 4 por ciento para este año, después de un estancamiento prolongado en el sector agropecuario. “Ojalá las condiciones climáticas nos lo permitan y podamos cumplir en algo ese 4 por ciento”, afirmó.

En la Cumbre del Agro, que se llevó a cabo en 2015, el sector productivo de Santa Cruz, junto al Gobierno, se comprometió a triplicar la producción para pasar de 15 millones de toneladas en 2015 a 45 millones en 2025. En ese sentido, la exportación de alimentos debía crecer de las de 3 millones de toneladas a 21 millones.

El presidente de la Asociación de Productores de Oleaginosas y Trigo (Anapo), Marcelo Pantoja, afirmó que el cambio climático es el factor principal que frenó el crecimiento del sector productivo en varios rubros, como el algodón, el girasol e incluso la soya, además de causar el retroceso en la producción de trigo.

Pantoja explicó que la sequía de 2016 causó que los volúmenes de producción cayeran considerablemente. Sólo en 2014, Bolivia alcanzó una producción de 281.800 toneladas de trigo, cantidad que, sumada a la producción de los valles, logró cubrir cerca del 60 por ciento de la demanda interna, que asciende a 750 mil toneladas al año. Esa producción cayó a 73.200 toneladas en 2016 por la sequía.

Mientras tanto, la superficie cultivada de girasol en la campaña de invierno es de 90 mil hectáreas, 68 por ciento menos que lo que se cultivó en 2008.

La producción de algodón para 2017 oscila entre 1.500 y 1.800 hectáreas, es decir, un 30 por ciento menos con relación a 2016.



ANÁLISIS

Gary Rodríguez, gerente de IBCE

Clima, plagas y falta de tecnología

Bolivia prácticamente ha llegado a ser autosuficiente en casi todos los alimentos de los granos productivos, con excepción del trigo.

Como el mismo ministro de Desarrollo Productivo, Eugenio Rojas, reconocía, es el capítulo pendiente de solución, en base a esfuerzos de investigación, mayores créditos, mejores políticas públicas y más tecnología.

Un tema que ha recurrido en todas las intervenciones que se ha tenido, principalmente con los pequeños productores del sector oriental del país, es el de las pérdidas que han tenido como consecuencia del clima y de las plagas.

El ataque de insectos, el exceso de hierbas, la falta de humedad por la sequía afecta todo aquello, sobre todo, a Santa Cruz que provee el 60 por ciento de los alimentos que consume el país.

Quienes por supuesto estamos viviendo de cerca ese drama del sector productivo no podemos hacer otra cosa que apoyar y demandar que la biotecnología sea posible de utilizar de la forma más amplia posible.

El propio Estado debe ser quien investigue, regule y ojalá quien aporte en el uso de biotecnología, así como el Iniaf (Instituto Nacional de Innovación Agropecuaria y Forestal) desarrolla nuevas semillas, así como el CIAT (Centro de Investigación Agrícola Tropical) de la Gobernación también lo hace.

Ojalá que mañana tengamos laboratorios y científicos en el sector privado y en el público para trabajar en esta área de agropecuaria, donde tanto han hecho Paraguay, Uruguay, Brasil y Argentina. Estos países nos han sacado tamaña distancia que se puede recuperar con la buena voluntad y las buenas políticas por parte del Gobierno.

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